Tras abrir este blog, presentarme
como alguien que había sido Testigo de Jehová y había defendido a
esta secta en blogs como este anteriormente se me ha criticado
duramente por el hecho de haber cambiado de opinión. Aluden a que
alguien que cambia de opinión no es de fiar.
Y es que si yo pregunto ¿Qué es
lo que te sabría peor en la vida?. Dejar de ser quien soy puede ser la respuesta de algunos. Cambiar de opinión les parece una verdadera
traición, en lugar de ser un requisito para seguir adelante. ¿Por
qué se ha seguido disparando contra el colectivo opuesto a la
Wachtower, a medida que la única razón visible seguía siendo la
sinrazón de los argumentos aportados por esta?
Así como tienes el derecho y la
buena costumbre de formarte tu propia opinión y defenderla, también
tienes derecho a cambiarla. Cambiarla, sin tener que sentirte
culpable porque alguien te recrimine que ayer pensabas de manera
distinta. Cambiarla, aunque esa persona, frustrada por no poder
predecirte o controlarte, te acuse de ser indeciso, voluble y de que
no hay quien te entienda.
El mundo cambia a cada instante.
También lo hacen las circunstancias, las personas que te rodean y tú
mismo. Por lo tanto, es natural que también cambien tu ideas y tus
opiniones, porque éstas
se forman en un contexto
determinado. A mi parecer, es mucho más preocupante mantenerse
inflexible y no cambiar de opinión pese a que todo cambie alrededor
como es conocido que hacen los adeptos a esta secta. Eso deja ver la
cerrazón a las nuevas experiencias, a distintos puntos de vista, a
la información, a la reflexión… al pensamiento. Y,
quien
no piensa, no puede cambiar de opinión. Algo conocido en
los Testigos de Jehová, famosos por tener prohibido el razonamiento
propio.
Cambiar, sin miedo significa que,
después de haber tomado una decisión, reflexionas y tomas en
consideración factores que no habías tenido en cuenta al principio.
Quieres cambiar tu decisión inicial, pero te encuentras con un
dilema: Si cambias de idea, alguien se molestará por ello. Si no
cambias, podrías lamentarlo en el futuro. ¿Qué camino tomar?
Durante un periodo de tiempo me plantee este dilema.
Joan Fuster, un escritor
valenciano decía:
“Reivindica siempre el derecho a cambiar de
opinión, es lo primero que te negarán tus enemigos”. Que razón
mas grande, porque aunque no consideres necesariamente a un Testigo
de Jehová como un enemigo, tu si lo eres para él, si has sido de su
secta y te has apartado.
Es curioso que alguien con una
personalidad fuerte como Fuster defendiera el derecho a cambiar de
opinión. A priori, una persona “fuerte” y segura de si misma no
cambia de opinión.
Con el tiempo he ido recordando
este aforismo muchas veces. Y es sin duda, porque es de lo más
sensato que he oído, porque es justo al revés. Una persona segura
de si misma es aquella que es capaz de cambiar de opinión cuando
cree que estaba equivocado sin hacer de ello un mundo. Aunque para
los que hemos estado metidos en esta secta es necesario rehacer tu
vida de nuevo porque todo tu mundo ha quedado atrás
obligatoriamente.
El ser humano tiene una
tendencia innata a creer que lo que ha hecho en el pasado era
correcto. Por un lado, es un proceso completamente imprescindible
para poder existir y aprender cosas nuevas (si cada día tuviéramos
que reflexionar todo lo que hacemos desde cero, seríamos incapaces
de realizar ninguna tarea compleja o tener relaciones sociales). Es
algo que nos pasa a todos de forma inevitable. Cambiar de opinión
no es fácil, porque implica aceptar que algo que en otro momento
creías que era correcto (y actuaste en consecuencia) no lo era. Y
cuando hablamos de alguien que abandona esta secta por su propia
voluntad como es mi caso es mucho mas evidente.
Los seres humanos tienen
diferentes grados de consistencia. Cuanto mayor es, más conservadora
suele ser esta persona en cuanto a ideología y “miedo al cambio”,
dicho de una forma genérica.
Las religiones y las
organizaciones que dicen serlo explotan este hecho de una forma muy
profesional: Una vez tomas una serie de malas decisiones debido a una
religión, dejar de ser creyente es cada vez más difícil debido a
las “malas” decisiones que tendrías que aceptar haber tomado en
el pasado. Del mismo modo, cuanto más consistencia tiene una
persona, más le costará hacer autocrítica y más difícil le será
cambiar sus hábitos o su estilo de vida.
La forma innata de aprender para el
ser humano se basa en dos cosas: prueba-error e imitación. Imitamos
lo que hacen otros, y vamos haciendo cosas mal hasta que aprendemos.
Este es el proceso natural por el que todo el mundo aprende cosas. No
se puede aprender a hacer algo bien sin hacerlo mal primero. Quizá
por eso a los adultos nos cuesta más aprender cosas nuevas: Nos da
más miedo el ridículo que a un niño de 3 años.
Visto en retrospectiva, la
capacidad de cambiar de opinión parece una gran virtud. Defender
algo sólo porque es lo que hiciste hace tiempo o porque es un
razonamiento que te funcionó en su momento, no hace que esto sea más
correcto ahora, por mucho que sea una forma normal de pensar. En los
Testigos de Jehová esto es aun mas chocante porque pasas de una vida
extremadamente radical y opaca a respirar la realidad y pensar por ti
mismo, y en este caso cuando pasas a pensar por ti mismo resulta que
las conclusiones a las que llegas son totalmente diferentes a las que
tenias antes. Ademas las ideas de antaño te empiezan a parecer
ridículas, empiezas a entender por que la gente te miraba mal y
puedes caer en el desconsuelo de que te han manipulado toda la vida
para hacer totalmente lo contrario a lo que deberías y lo que esta
bien. Te percatas de que has estado viviendo en un pasado lejano en
ideas negándote a ti mismo a tener mas conocimientos y a progresar.
Para mejorar, tienes que darte cuenta de que cosas que hacías antes
no eran correctas, y por tanto, cambiar de opinión respecto a como
enfocar situaciones.
Así que, ya sabes: Reivindica
siempre el derecho a cambiar de opinión, es lo primero que te
negarán tus enemigos.