James Harrison es un ciudadano australiano de 74 años que ha donado sangre durante los últimos 56 años y en el proceso ha salvado la vida de más de 2.2 millones de niños. Esto se debe a que Harrison tiene un tipo de sangre extremadamente raro el cual contiene un anticuerpo que combate la enfermedad de Rhesus, un tipo de anemia que aqueja principalmente a recién nacidos y que puede resultar mortal en muchos casos. La sangre de Harrison contiene unos raros anticuerpos que evitan que los recién nacidos desarrollen la condición.
Harrison ha realizado 984 donaciones de sangre a lo largo de su vida, debido a una promesa que hizo luego de necesitar la transfusión de 13 litros de sangre durante una operación al corazón cuando tenía 14 años. Luego de comenzar a donar a los 18 años se descubrió que su sangre tenía un raro anticuerpo y le solicitaron su ayuda para desarrollar una vacuna contra la enfermedad de Rhesus enfermedad que todavía no tiene cura eficaz.
Si bien todas las personas tienen un grupo sanguíneo ( O, A, B ó AB ) y un factor Rh (positivo " + " o negativo " - "), éstos determinan solamente las características de la sangre de esa persona y pueden ser heredados de cualquiera de los padres o en todo caso, una combinación de ambos. El problema se da cuando el factor de la madre es Rh NEGATIVO y el del bebé Rh POSITIVO. Aunque la madre no presente síntomas de la enfermedad del Rh, el bebé puede tener problemas, si la madre ha desarrollado anticuerpos. Estos pueden incluir:
La ecografía del feto muestra hepatomegalia, esplenomegalia o cardiomegalia y una acumulación de líquido en el abdomen del feto.
Después del nacimiento, los problemas pueden seguir, dado que hay probabilidades que se sigan destruyendo glóbulos rojos, en ese caso éstos pueden ser:
Encefalopatía por hiperbilirrubinemia.
Harrison llegó a estar asegurado por un millón de dólares australianos, dada la rareza de su sangre y alcanzará su donación número 1000 en Setiembre de este año. Asegura jamás haber dudado de su compromiso de donar sangre, incluso luego de la muerte de su esposa Barbara con quien estuvo casado 56 años y quien también era donadora de sangre.
Unos salvan vidas, y otros siguen siendo culpables de un incalculable derramamiento de sangre por creencias sin base.
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