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martes, 4 de junio de 2013

El hipnotismo usado por la Watchtower y el no confundir el lavado de cerebro con el control mental


En este blog muchísimas veces se ha utilizado el término «lavado de cerebro» como sinónimo de «control mental». Sin embargo, hoy en día los dos procesos son muy diferentes y no deben ser confundidos. El control mental no es un lavado de cerebro. Y esto es algo que desde hoy me propongo a no seguir confundiendo en este sitio. Esto es una de las ventajas de seguir aprendiendo sobre psicología y no quedarse en las enseñanzas caducas de un grupo que no mira hacia delante y reconsidera sus creencias. Me refiero como no al Cuerpo Gobernante, pero a diferencia mía y de cualquier otro ex-testigo de Jehová que podemos con total libertad replantearnos nuestras creencias cosa que es muy sana y la clave para llegar a la verdad, ellos no pueden porque nos vendieron la moto de que esas creencias suyas son divinas y trasladadas a ellos por parte del mismo Jehová. Por eso no pueden hacernos creer que esas creencias ya no sirven porque se delatarían ellos mismos como mentirosos. O Jehová no los ilumina o el mismo Jehová se equivocaba. De ahí que para ellos sea tan importante el control mental, porque ya no tienen métodos creíbles incuestionables por sus evidentes pruebas. Han de recurrir a métodos de manipulación psicológica para mantener los adeptos principalmente si bien asumen que ya no pueden atraer a nuevos.

El lavado de cerebro es típicamente coercitivo. El sujeto sabe desde el primer momento que está en manos del enemigo. Se inicia con una clara demarcación de los respectivos roles -quién es el prisionero y quién el carcelero-, y el prisionero no tiene ninguna alternativa. Los malos tratos, e incluso la tortura, se utilizan normalmente. Es el típico lavado de cerebro que los Nor Coreanos imponían a los soldados americanos capturados para convencerlas de que el comunismo y su régimen eran lo que tenían que abrazar. El método que conocemos por la televisión y las películas de meter en una habitación al individuo y maltratarlo con técnicas de todo tipo.

El método coercitivo no cuenta un porcentaje de éxitos muy elevado. Tan pronto como el individuo se aleja de sus secuestradores y vuelve al entorno familiar, los efectos tienden a desaparecer. El lavado de cerebro resulta eficaz para conseguir que se acepten exigencias tales como la firma de una confesión falsa o denuncias contra el gobierno. Los individuos que son coaccionados se avienen a realizar ciertos actos específicos para salvaguardar lo que han hecho. Pero estas nuevas creencias no están por lo general bien interiorizadas, y cuando el prisionero escapa del campo de influencia (y miedo) es capaz, casi siempre, de quitárselas de encima.

El control mental, casi siempre, llamado «reforma del pensamiento», es más sutil y retorcido. Esto es lo que practican las sectas y nuestra Wacthtower. Quienes lo practican son considerados como amigos o compañeros, de forma que el sujeto no está tan a la defensiva. Inconscientemente, colabora con sus controladores y les suministra información privada sin saber que la utilizarán en su contra. El nuevo sistema de valores es interiorizado en la estructura de una nueva identidad.

En el control mental hay muy poco o ningún abuso físico. Por contra, los procedimientos hipnóticos se combinan con los de dinámica de grupo para conseguir un fuerte efecto de adoctrinación. El individuo es engañado y manipulado -sin necesidad de amenaza directa alguna a no ser que se vea casi perdido al adepto- para que acepte las alternativas ordenadas. Las más de las veces, el individuo responde positivamente a lo que le hacen.

No es buena cosa que los medios de comunicación utilicen la expresión «lavado de cerebro» con tanta ligereza. Evoca imágenes de conversión por la tortura. Quienes están en una secta saben que no han sido torturados, así que piensan que aquellos que les critican son unos mentirosos. Cuando yo era miembro de los Testigos de Jehová, «sabía» que no me habían lavado el cerebro. Recuerdo, sin embargo, la ocasión en que desde la plataforma se nos dio una charla en la que dijo que se acusaba a los Testigos de Jehová de habernos lavado el cerebro a sus seguidores. Sus palabras fueron: «Las mentes son muy sucias, están llenas de egoísmo materialista y de drogas, ¡y necesitan un lavado de cerebro celestial!» Todos nos echamos a reír. De hecho creo que es una de las respuestas que en el libro “Razonamiento” viene en forma de directriz para responder al amo de casa que acusa a la organización de lavar el cerebro a sus adeptos. De hecho esto es fácil de leer en muchas de sus publicaciones para eludir tal objeción. Suele acabar con la pregunta al testigo que lo lee “¿Se le ha encerrado en una habitación y obligado de manera cruel a repetir consignas o a aceptar nuestras creencias? Porsupuesto que no” y con eso pretenden desmarcarse del control mental que someten a sus adeptos.

Si la expresión «lavado de cerebro» se confunde a menudo con «control mental», también el término «hipnotismo» es muchas veces mal interpretado. El empleo de la palabra «hipnotismo» en varias formas es muy común en nuestras conversaciones habituales (muchas veces decimos cosas como «ella le hipnotizó con su sonrisa»). En realidad, la mayor parte de las personas no entienden muy bien lo que es la hipnosis. Cuando se menciona el término, la primera imagen que acude a la mente es la de un doctor barbudo que balancea de la cadena un viejo reloj de bolsillo ante la cara de una persona a quien se le cierran los párpados. Si bien esta imagen es desde luego un estereotipo, apunta al objetivo central del hipnotismo: el trance. Los individuos que son hipnotizados entran en un estado como trance que es fundamentalmente distinto de la conciencia normal. La diferencia estriba en que en el estado consciente normal, la atención se dirige hacia afuera a través de los cinco sentidos, mientras que en el trance la atención se dirige hacia adentro. Uno escucha, ve y siente internamente. Naturalmente, existen varios grados de trance, que varían desde el leve trance normal de soñar despierto hasta los estados profundos en los cuales el individuo pierde casi por completo la conciencia del mundo exterior y es extremadamente susceptible a las sugestiones que se puedan implantar en su mente.

El hipnotismo está relacionado de muchas maneras con las prácticas de control mental antiético de las sectas destructivas. En muchas de las sectas que se definen como religiosas, lo que a menudo se denomina «meditación» no es más que un proceso por el cual los miembros de la secta entran en trance, momento en el que pueden recibir sugestiones que les harán más receptivos para seguir fielmente la doctrina de la secta. Las sectas no religiosas emplean otras maneras de introducir individual o de grupo. Además, como estar en trance resulta por lo general una experiencia relajante y placentera, la mayor parte de la gente desea entrar de nuevo en trance tantas veces como sea posible. Es importante resaltar que los investigadores psicológicos han establecido clínicamente que las facultades críticas de los individuos disminuyen en el estado de trance. Uno está menos capacitado para evaluar la información recibida en un trance que en un estado normal de conciencia.

Por ejemplo, cuando los Testigos de Jehová animan a los adeptos a meditar en las cosas aprendidas hacen que el adepto se centre y medite unicamente en lo dicho por la secta ya que como mencionamos en posts anteriores la información exterior esta prohibida. Esto hace que la mente se abra unicamente para recibir mas información de la misma fuente, que como ahora sabemos no tiene por que ser una fuente verídica o confiable.

La capacidad de la hipnosis para afectar a las personas puede ser considerable. Es posible ponerlas en trance en cuestión de minutos, y realizan entonces proezas notables. Quizás el ejemplo más conocido es aquel en que a un sujeto hipnotizado se le clava una aguja muy larga en el muslo y no siente dolor. A un individuo hipnotizado se le puede hacer bailar como Fred Astaire, tenderse entre dos sillas y adoptar la rigidez de una tabla, comportarse como si tuviera las manos «pegadas» a los costados, y cosas por el estilo. Si puede lograrse que realicen semejantes hazañas, lograr que los sujetos hipnotizados crean que forman parte de unos «pocos escogidos» también es fácil de conseguir.

Y eso es lo que hacen principalmente los Testigos de Jehová. Todavía recuerdo una de las ultimas discusiones ya mas o menos airadas en las que intentaba hacer entender a mi madre el sin sentido de sus creencias. Mi intención era hacerle ver que ella es Testigo de Jehová solo porque ha tenido la suerte de nacer y vivir en un país industrializado y democrático en el que se le permite elegir credo incluso con organizaciones que ahora a mi juicio deberían prohibirse como los Testigos de Jehová. Intentaba hacerle ver que si hubiera nacido en una tribu lejana de África o de Centro América no habría oído hablar jamas de un tal Jehová y que sus creencias serian totalmente diferentes, aun así como todo el mundo con su religión ella la defendería por extraña que pareciera como hoy defiende a los Testigos de Jehová. ¿No debería explicar eso que una secta tan extremista como la suya que defiende el fin inminente del mundo en el que solo se salvaran ellos es totalmente falsa, errónea y egocéntrica? Poco le importo mi razonamiento y solo me dijo de forma tajante y autoritaria que en el Armagedon solo se salvaran los “dedicados y bautizados”. Todo un despropósito y un desprecio a un sin fin de religiones que no conoce ni uno solo de los miembros de esta secta y que aun así están siendo desechadas de ante mano si no son adoctrinados por un testigo de la manera en como la Wachtower dice, con su estudio bíblico y posterior bautismo, tratando de convertir a todos los congéneres.

Por lo general, las sectas destructivas inducen el trance en sus miembros a través de largas sesiones de adoctrinamiento. Las repeticiones y el forzar la atención son buenos medios para la inducción de un trance. Si observamos a un grupo en esa puesta en escena, es fácil distinguir cuándo se ha conseguido el trance. Los presentes parpadean y tragan con lentitud, y sus expresiones faciales se relajan y adoptan una actitud vacía y neutra. Con los individuos en semejante estado, los líderes sin escrúpulos pueden implantarles creencias irracionales. Mis padres son el mejor ejemplo.

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